miércoles, 21 de enero de 2015

Tormenta.

Y entonces
las lágrimas pesan como cataratas
el caudal de la congoja te inunda el pecho
y la sal, araña tus entrañas;
surcos por tus mejillas
una tormenta que reverbera explosiones en tu garganta
ojos centelleantes llenos de sordos relámpagos
truenos apagando el anhelo de tu voz.

Saudade que se sabe,
ancla en tu boca,
refugio entre tus dientes,
se acurruca en tus clavículas
te hace forma como figura de barro
y te deshace con la humedad de la melancolía.

Todo se apaga,
cuerpo paralizado,
voz seca, apática,
voz que no sale
y sólo el torrente habla.

Te grita ensordecedoras verdades
te agita en su lecho de calma gris
te vuelve nube y te deja caer,
como gota estrellada contra el sueño.

Frío y calor luchando en tu nuca
reptando como un escalofrío para coronar
la cima de tu pena.
Citogénesis estancada resbalando por tus manos
palabras que se escurren por miedo y coraje
flores secas en tu pelo
un candado en el corazón
y el lobo, aullando en su interior.

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