domingo, 30 de noviembre de 2014

A latidos.

Quererte a latidos,
como un "sí pero no"
como un arrullo en tu pecho
como un pájaro que migra y se va.

Pero siempre vuelve.

Quererte a latidos,
como un grifo que gotea
tap, tap,
intermitente
pero que crea charco
y te moja los labios
y te cala el alma.

Quererte a latidos,
como un reloj de cuco
tic,tac
a cuyo sonido te acostumbras
y sólo sientes su ausencia
frío
como si te desarropasen los sueños.

Quererte a latidos
pum, pum
puede que no sea suficiente,
tú te mereces el redoble de tambores
cataratas que te envuelvan
manos que te calmen
y colmen
de gloria,
palabras que te sacien.
Pero quererte a latidos,
es hacerlo
con todo mi corazón
con todo mi aliento
con toda mi vida
con cada pulso de mi sangre,
cada inspiración y espiración.

Quererte en el ahora,
sabiendo que algún día nos apagaremos
pero con la certeza
de que hasta entonces,
habremos vivido.


Tejados.

Siempre que miro los tejados
me siento extraña.

Caminamos deprisa, cabeza gacha,
procurando no tropezar.
Nos sumergimos en el metro,
aulas, oficinas, casas,
y nos olvidamos de mirar hacia arriba,
donde el sol calienta
o las nubes acechan,
donde están las antenas
aquello que nos une,
donde tienes perspectiva,
donde puedes apreciar el infinito.

Mirar a un tejado es
darte cuenta de lo que quieres alcanzar,
es pararte y pensar en aquello que anhelas,
que te inunde la melancolía.

Sube a la azotea,
ten el mundo a tus pies,
siente el viento
admira el vuelo de los pájaros
o sé uno de ellos.
Contempla las huellas del tiempo
depositadas y tatuadas en ese suelo de azulejos color tierra.
Aguanta lo que se te venga encima,
siéntete libre.
Alza la cabeza,
barbilla en alto
g
r
i
t
a.

Mirar a un tejo es echarle un pulso al pasado y al futuro al mismo tiempo
y dejar al presente andar sin correa
durante unos breves instantes.