miércoles, 30 de diciembre de 2015

Capital.

El pecado
latiente en tus sienes
y en tus labios
(todos)
acechando como un animal herido
enredado en la telaraña de tu deseo
consumiéndote como el fuego a la vela

tic
tac

ZAS

te atrapa
entre sus dientes
sus calientes manos

y tú ni puedes
ni quieres
resistirte más.

Permanece.

Te instalas
en mi taquicárdica alma
en el tembleque de mis piernas
en la humedad entre ellas.

Un taladro en las sienes
o un golpe seco en el pecho
y exhalar,
exhalar en un gemido
todo lo que callo
y mis ojos delatan.

Espalda quebrada
CRACK
y me deshago ante ti
para dejarme hacer todo lo que tú quieras.

Tu ausencia resbala por mis mejillas
y mis ganas bajan hasta mis tobillos.

Mi vello te llama
mis uñas te faltan
y mis ojos no te ven
entre tanta agua salada
de pena y nostalgia,
de culpa,
pecado inocente
que arrasa mi estómago
por contener
una llamada ahogada
que no entiende de palabras.

Me desarropas los sueños
y mi aliento congelado
reclama tu calor,
tus huellas dactilares
escribiendo el pasado
por mis caderas.

Porque el futuro
ya no nos espera.

miércoles, 3 de junio de 2015

Sin medida.

Amas sin medidas. Amas hasta que revientas la caja de cristal que te guarecía, cada afilada astilla clavándose en tu piel, haciendo herida, dejando cicatriz. Y te lames como una perra pulgosa, callejera en el boulevard de las despedidas y de los sentimientos callados que reventaron tu alma en una explosión que brotó por tus poros como veneno de lluvia ácida. Sin límites, sin palabras, sin fechas, sin motivos, sin lógica, sin tempo ni compás. Nada en lo que encasillar todo lo que no puedo mencionar, aquello que se escapa como diminutas gotas de saliva por mis comisuras, por mis piernas, al verte remover el pelo y cerrar la mirada al paso de las estaciones. No quiero decir "algún día te darás cuenta" porque quizás ni yo misma lo llegue a hacer; quizás no sea capaz de reconocerme cuán importante has llegado a ser sin pretenderlo mientras yo lo negaba a cada suspiro de nuestras respiraciones aceleradas; puede que mil cosas te hayan dejado de importar y yo sea tan sólo una hormiguita aplastada bajo el peso de los años, de los miedos, de las pesadillas y las experiencias clavadas como estacas en la espalda, quebrándote el espíritu y el anhelo de la esperanza.

La locura de sentirme nudo entre tus manos, pequeño cobijo para las llagas del dolor y las mentiras acalladas. Mentiras para mi, pequeños regalos ensartados que me he ido haciendo día a día por negarme (te) a reconocer que puedo seguir siendo yo, pero queriéndote a ti. Que me da pánico amar (te) cuando aún no he aprendido a amarme yo y mi corazón es frágil como el diamante y corta, me daña y tienes miedo de que te parta en dos, de cogerlo entre tus manos y lanzarlo a la basura. Y sin querer, sin percatarte siquiera, lo has lanzado todo por la borda. Zasca. Polizón que decidiste que no llegaría a buen puerto por no descubrirlo, por no disfrutar del viaje, con sus mareas y sus tormentas, su sal en las heridas, su calma de brisa.

Hasta qué punto podré no ponerte límites mientras intento imponérmelos a mí misma. Cuándo dejaré de decirte "sí" para empezar a decirme "no" porque necesito que me arropes, necesito que me abraces por detrás y me beses el cuello y sentir que todo va a ir bien aunque nuestro interior esté a punto de explotar por la pasión contenida y los miedos inconfesables. Necesito no esconderme al otro lado de la cama, no sentir que me miras como un foco descubriéndome en la oscuridad, interrogatorio a todas mis creencias y convicciones.

Amar sin medida, sin rumbo, sin cauce, sin dirección. Con los ojos cerrados y las manos atadas a la espalda, sable en la boca y la congoja galopante en el pecho al no saber tu próximo movimiento.

Quizás no sepa amarte de otra forma.
Quizás simplemente, no pueda amarte de otra manera. Quizás el ímpetu de tus sienes sólo invita a esto, a que te escurras entre mis manos y por el sudor de mi espalda y te vayas, te vayas como el cauce del río que no tiene más remedio que ir al mar, a la Libertad, al Adiós.

Y tu corriente yo sigo...

lunes, 4 de mayo de 2015

Estaciones.

Tengo pétalo de alma
resquebrajado
frágil
quebradizo
vuela con el frío viento
de una primavera
que solamente le dibuja
negativas a sus contornos.

No,
no,
no.

Quizás alguna otra flor
carmín
salvaje
diferente en tallo
perfume
tacto
moje tus labios
llene de rocío tus ojos
de felicidad tus manos.

Felicidad.

Y vuelo
vuelo
vuelo
me dejo llevar
para contemplarte desde lo más alto
no dejar de mirarte
entre las copas
las nubes
los suspiros lanzados al aire
los "te quiero" sin respuesta
de margaritas marchitas
de amantes solitarios
que deshojan su corazón
en cada verso
cada beso
cada abrazo
cada llanto
cada esbozo
cada súplica.

Mi alma errante
mi corazón menguante
encogiendo su ahogo en cada latido
deteniendo el compás
del tiempo que pasa sin demora
invierno,
primavera,
verano.
Y yo anclada en un otoño
de piel suave
mantas cálidas
orejas pequeñas
manos entrelazadas
ojos enamorados.

Primavera.

Y en mi interior, gélido invierno
hiel
sangre
escarcha
te clavas como el granizo en las sienes
me ahogas
huracán de dolor
y mis disculpas
licuadas
entre las gotas
de mi redención.

Y tu perdón.

Y tu adiós.


miércoles, 18 de marzo de 2015

Casi del todo.

He abandonado mis dedos
sobre tus caderas
libres
bailan un vals sobre tus ganas
y mis palabras calladas.

He escondido mis labios
en un cálido hueco de tu cuello
y la saliva lo envuelve
y le dibuja sueños
apoyado sobre la almohada.

He secuestrado mi lengua
entre tus ojos
que me mandan en silencio
con un brillo profundo y sutil
que sabe decirme
lo que tu vientre quiere.

He pegado mi espalda
a tus huellas dactilares
para hacerme código de barras
y que sólo tus dedos
puedan leer todos mis oscuros
y profundos sentimientos.

He colgado mi suerte
entre tus temblorosas manos
que me hacen resbalar
y sólo me rescatan
en el último momento
cuando estoy a punto de marcharme.
Lejos,
para siempre
porque nunca te tuve del todo
porque jamás nos tendremos
en el aire
gas antinatural
que nos droga
y nos ahoga.

martes, 17 de febrero de 2015

Ambigüedad.

Entras
con el frío de la calle
emanando de ti;
contándome
no sé que de tu interior
alguna puta excusa
con olor a hielo y a hiel
que si algo de tu soledad
y tus pocas ganas de ella;
quizás también algo
de sus labios
que si un abrazo
que si un polvo
que si una hostia.

Me miras
con una sonrisa lánguida
dibujada en tus pestañas.

Me tocas
como quien se corre por primera vez.

Me olvidas
como un amor de verano
que no recuerdas
ni perdura.

Te muerdes el labio
y mi sangre caliente
brota otra vez
para lamerte
para empaparte
para borrarnos del mapa
y que las dudas no nos encuentren.

Quizás algo de ella otra vez
quizás algo del ayer
quizás pánico del mañana
y yo,
arrancarte pesadumbres
como tu ropa
caen al suelo;
te rozo el alma
con la punta de mis dedos
me arrodillo ante tus miedos
los hago míos
los entierro bajo mi piel
me los follo
y los resucito.

Como abejas con licor de miel
y de rebeldía
ninguna norma
ninguna anarquía
más que la de nuestros dientes
chocando contra el muro
de los sentimientos no dichos
ahogados.

Me revuelves el pelo
con tus ojos de lucero
tu media sonrisa
el brillo de tu espalda
y una casi verdad fatal
muerta.

Sudor ardiendo
impregnando mis memorias
de horas que cabalgan como caracoles
y siento a raudales sobre mi pecho
lleno de lodo
de peces
gravedad maldita de tus brazos
sobre mi nuca;
nos hundimos como dos gatos
en la oscuridad de un callejón
nos aullamos
nos arañamos
a ver si sacamos algo de calor
algo en claro
para verter sobre la alcantarilla
todos los orgasmos que te rezo
que las estrellas vigilan
que la noche nos come
nos muere
nos acoge.

Que todo lo callado
grite entre las sábanas
nos haga terremotos
nos golpee
nos cree una realidad
llena de primaveras sin regar
y nosotros como agua
sobre tus piernas
sobre mis mejillas
entre las manos
entre los sueños
de hienas de ojos azules
de tristeza
carroña del día a día.

Que no hay forma de terminar esto
que nunca ha empezado
de sol derramado sobre tu ombligo
de calor en tus axilas
de tus ojos en blanco
y suspiros en tu pecho.

Yo como un efluvio de ardor
derrito las arterias de tu locura
nos deshago en pesadillas
de laurel de veneno
que mata
que no muere
que ama
pero también hiere.

lunes, 16 de febrero de 2015

Dos.

Tus lágrimas colmando el mar,
mar que baña las estrellas
y ahoga el reflejo del sol.
Sangre sobre el horizonte
y tú como una nube
chorreando el miedo entre las manos.

Garganta apretada,
cabeza como meteorito
que revuelve el eje
de la existencia sin orden ni sentido.
Sin normas,
subir o bajar
o todo del revés.

Volcar el cielo en un huerto,
las semillas volar
y respirar el miedo negro
de cabrón
hollín en mejillas sonrosadas
de uñas manchadas
para excarvar en agujeros
de acantilados rotos por las olas bravas
de tus deseos.

Verte con los ojos en blanco
por mirar mi mente
por atisbar mis pensamientos
que se clavan en mis iris como alfileres
y te devuelven la torva sensación
de que alguien más se esconde
en mi interior.