martes, 17 de febrero de 2015

Ambigüedad.

Entras
con el frío de la calle
emanando de ti;
contándome
no sé que de tu interior
alguna puta excusa
con olor a hielo y a hiel
que si algo de tu soledad
y tus pocas ganas de ella;
quizás también algo
de sus labios
que si un abrazo
que si un polvo
que si una hostia.

Me miras
con una sonrisa lánguida
dibujada en tus pestañas.

Me tocas
como quien se corre por primera vez.

Me olvidas
como un amor de verano
que no recuerdas
ni perdura.

Te muerdes el labio
y mi sangre caliente
brota otra vez
para lamerte
para empaparte
para borrarnos del mapa
y que las dudas no nos encuentren.

Quizás algo de ella otra vez
quizás algo del ayer
quizás pánico del mañana
y yo,
arrancarte pesadumbres
como tu ropa
caen al suelo;
te rozo el alma
con la punta de mis dedos
me arrodillo ante tus miedos
los hago míos
los entierro bajo mi piel
me los follo
y los resucito.

Como abejas con licor de miel
y de rebeldía
ninguna norma
ninguna anarquía
más que la de nuestros dientes
chocando contra el muro
de los sentimientos no dichos
ahogados.

Me revuelves el pelo
con tus ojos de lucero
tu media sonrisa
el brillo de tu espalda
y una casi verdad fatal
muerta.

Sudor ardiendo
impregnando mis memorias
de horas que cabalgan como caracoles
y siento a raudales sobre mi pecho
lleno de lodo
de peces
gravedad maldita de tus brazos
sobre mi nuca;
nos hundimos como dos gatos
en la oscuridad de un callejón
nos aullamos
nos arañamos
a ver si sacamos algo de calor
algo en claro
para verter sobre la alcantarilla
todos los orgasmos que te rezo
que las estrellas vigilan
que la noche nos come
nos muere
nos acoge.

Que todo lo callado
grite entre las sábanas
nos haga terremotos
nos golpee
nos cree una realidad
llena de primaveras sin regar
y nosotros como agua
sobre tus piernas
sobre mis mejillas
entre las manos
entre los sueños
de hienas de ojos azules
de tristeza
carroña del día a día.

Que no hay forma de terminar esto
que nunca ha empezado
de sol derramado sobre tu ombligo
de calor en tus axilas
de tus ojos en blanco
y suspiros en tu pecho.

Yo como un efluvio de ardor
derrito las arterias de tu locura
nos deshago en pesadillas
de laurel de veneno
que mata
que no muere
que ama
pero también hiere.

lunes, 16 de febrero de 2015

Dos.

Tus lágrimas colmando el mar,
mar que baña las estrellas
y ahoga el reflejo del sol.
Sangre sobre el horizonte
y tú como una nube
chorreando el miedo entre las manos.

Garganta apretada,
cabeza como meteorito
que revuelve el eje
de la existencia sin orden ni sentido.
Sin normas,
subir o bajar
o todo del revés.

Volcar el cielo en un huerto,
las semillas volar
y respirar el miedo negro
de cabrón
hollín en mejillas sonrosadas
de uñas manchadas
para excarvar en agujeros
de acantilados rotos por las olas bravas
de tus deseos.

Verte con los ojos en blanco
por mirar mi mente
por atisbar mis pensamientos
que se clavan en mis iris como alfileres
y te devuelven la torva sensación
de que alguien más se esconde
en mi interior.

domingo, 8 de febrero de 2015

Dentro de mí.

Tengo algo así como una termita
aquí
por dentro moviéndose
me come y se guarece en mí.
Me remueve a mí, que soy su cueva
y yo la odio a ella, que es mi huésped.

Aún no le he puesto nombre;
a veces, se me parece nostalgia
otras en cambio, ímpetu atrapado.

Muta y se transforma
para no darme tregua.
Mariposa y la cazo
y entonces, lombriz que se cuela por la red
y se hunde en mi pecho.
Otras, pájaro de alas grandes
y garras fuertes clavadas en mi espalda
que me eleva para dejarme contemplar
el horizonte más allá de la jaula de mis ojos
para después, dejarme caer y que la gravedad
me rompa en mil pedazos.
Y tenerme que volver a curar
mientras ahí, su ojo brillante, me vigila paciente
lamer mis heridas y encajar las piezas sin pegamento
y con miedo.

Es como un torpe duende
martilleando mis costados
intentando ponerme en horas
tic, tac
y yo un cuco que no sigue el compás.

Otras, polvo de hadas
sobre mi pesado cuerpo
levanta mi espíritu
y me corona en la noche estrellada.

Muchas, dos fieras peleando en mi estómago
sin maldad
sólo por naturaleza
arañando mis recónditos huecos
jugando con mi alma
como si de una pelusa se tratara.

Dos u ochenta.
Tantos segundos como tiene una vida
arrancada de la tierra antes de tiempo.
Pero yo florezco
a pesar de todo, florezco
y mis pétalos son míos
no un juego en un parque por amor
y mi tallo se erige orgulloso
se dobla pero no se parte
sangra y renace.

Raíces soberbias, grandes y pequeñas.
Raíces de rabia.
Raíces rabias.
Raíces llenas de termitas.
Raíces llenas de esperanza.

Cara o cruz.

Me olvido de que existes y entonces, aún puedo caminar; entonces me río, bailo y me tropiezo y vuelvo a volar. No pienso en ti, en qué harás o sentirás. No recuerdo tu mano en mi nuca y tu cadera chocando contra la mía; ya no me saben las manos a tu saliva ni tengo tu olor pegado a las sienes. Depurada de ti, limpia para otras miradas, otras camas, otras palabras. Pura sin la boca manchada por tu sucia lengua, las bragas secas en tu ausencia y el latido calmado.

Pero todo es mentira, es una burda realidad paralela que se intenta colar por los poros de mis senos, siseando hacia mis oídos como una culebra diciéndome: "eres libre, eres tuya, eres única, no le sientes". Pero sí lo hago. Inconscientemente, mi pelo se revuelve hacia donde estás tú, el estómago me da una punzada de rabia si me corro y siento tu orgasmo caliente dentro de mí; si veo que has visto lo que ya vi, si piensas aquello que ya soñé y no te confesé. Porque esas cosas, se saben. A veces hay conexiones imposibles de entender; ni de romper. Hilos que vuelven a tirar de ti y te hacen perder de nuevo la cabeza, perder de nuevo el control. Ese cuerpo, esa mirada felina.

"Hasta aquí", te dices. Tu aullido no me hará temblar otra vez, no me humedeceré los labios recordando tus dientes en mis pezones, no perderé el aliento con mi cabeza apoyada sobre tu pecho mientras me cuelgas los sueños en el pelo y me abres tu estómago por la mitad, invitándome a echar un vistazo en el obscuro y profundo agujero de tus secretos. No querré colarme entre tus dedos y que me deshagas a tu antojo. No te diré: "todo, conmigo puedes todo". No sentiré un alfiler en el pecho cada vez que me recuerde que "ya está bien". No me recitaré cada noche las normas para no enamorarme de ti ni me hará falta poner diques a mis manos sedientas de tu espalda arqueada.

Dos peces en una pecera que se encuentran queriendo y sin querer. Que aman el agua pero echan de menos el océano infinito. Y ojalá juntos allí, sin límites, sin control. Agua limpia y clara para despejar las mentes, las voces, la realidad.

No, no, no. Volvemos a empezar. VUELVO a empezar. No te quiero y mucho menos, te necesito. Aquí hay una mentira y una media verdad, pero a veces parece que ambas fuesen de la mano. No quiero sentir eso. Como si la nieve pudiese quemar y fuese un copo entre tus manos.

Pues eso. Hay muchos momentos en que sólo soy yo, con mis alas y mis derrotas. En los que se me olvida que quiero volar, sí, pero contigo. Y así sigo, de momento a momento. De "ya no más" a no poder controlar mi lengua sobre tu cuello, mis ganas de resbalar sobre ti y salpicarte la ambigüedad a la cara. Que estalles y que tu miedo también estalle. Explotar juntos y del caos, nacer dos estrellas. Brillo en tu ojos y en los míos que no se puede ocular. No me conoces, pero lo haces.

Como dos desconocidos que no se piensan, que no se quieren, que no se necesitan. Como si sólo hubiese una cara de la moneda. Y hubiésemos tachado la cruz para no verla.

viernes, 6 de febrero de 2015

Tan mujer.

Tan linda y tan pura
con todas tus curvas,
tus aristas
tus salientes
tus vértices.
Con tu piel suave
las arrugas en las comisuras
el quiebro en las vocales huecas
y tus frágiles y afiladas uñas.

Tan salvaje y tan niña
con todas tus cascadas
tus corcheas rotas
tus pequeñas manos
tu fuerte espalda.

Tan etérea y tan humana
con todos tus recovecos
esparcidos por la alfombra,
con tus sueños colgados sobre tus cejas
aquello que tu corazón calla
rugiendo en tus entrañas.

Tan loca como la cuerda de su guitarra
tan cuerda que tiende sus anhelos en el patio.

Carácter duro, piel escudo.
Alma indomable.
Muñecas atadas.
Mente bajo el yugo de los deseos impuestos.

Tan ayer y tan mañana
con los mismos miedos y muchas esperanzas
con el puño en alto escondido bajo el trapo
con el amor liberado por el bolígrafo.

Tan miedo y tan luchadora
tragando saliva para no herirte
y con cada gota se va envenenando.

Tan abierta de piernas
y tan cabeza gacha.

Tan de aquí y tan de allí.
Madre e hija,
pero de nadie más que de ella misma
y de todos, por indiferencia.

Tan sangre entre las manos y entre las piernas
como la mirada que baja porque ve demasiado
como la sonrisa fuerte que oculta el despecho
como amor sin querer atarse
como callar lo que de verdad siente.

Tan trabajadora y tan incongruente
lanza piedras en su camino
y carga con mil moldes donde encajar.

Tan carne y tan real
que no cabe en trozos de papel tintado.

Mujer sola y acompañada
mujer del hoy y de algún día
mujer torturada y menospreciada
mujer amada y adorada
mujer que siente y grita
mujer que todo espera y nada aguarda.