miércoles, 31 de diciembre de 2014

PUM.

Pupilas clavadas en mi nuca, recorriendo la línea de mi espalda, contando cada poro de mi piel, respirando susurros prohibidos en mi cuello. Me asaltan, como un lobo a su presa, como la tentación al impostor, como la duda al corrompido, como el fuego al redentor. 
Manos sin apenas rozarme, huellas dactilares en mi pelo, efluvios que crean adicción. Dos palabras y me dejaré llevar. Una palabra.

Ya está.

Cómo evitar esto que me inunda, cómo despojarme del instinto animal, cómo pensar con claridad.
Sabes que puedes y por eso lo haces y yo traslado mi responsabilidad a ti, a tu boca, a tu mirada desgarrada, a tu ceño fruncido por las injusticias, a las marcas en las comisuras de tus labios.

Sí o no. Es simple, es una elección. La vida lo es, momento tras momento, quién quieres ser, a qué quieres llegar. Pero una sonrisa tuya de medio lado y me pierdo, como Alicia, no sé a dónde quiero llegar, no sé qué camino escoger. Me siento vulnerable, desprotegida, fría, niña.
 
Desnuda.

Desnuda contigo, los dos. No hace falta cama. Un rincón, tus manos agarrando mis muñecas, con firmeza, apretándome contra ti. Sentir que nuestras respiraciones se aceleran al compás, como el ritmo de una canción. El magnetismo de nuestras pieles, corrientes eléctricas que llegan hasta... ah. ¿Lo sientes? Calor, de lleno, de golpe, bestial. Como nuestra forma de hacerlo. PUM.
Mordiéndonos, saliva envolviéndonos. Histéricos. No podemos parar, ya no. No deberíamos estar aquí pero, ¿por qué no?. Tu peso sobre mí o el mío sobre ti. Ya no somos dos. Conectados, intensamente, constantemente, apasionadamente. Golpea. PUM. Que tus manos hablen solas. Calla, no digas nada, sólo siénteme. Todo lo que vengo callando. Mis gemidos hablan más alto que mis palabras, que mis razones para no estar contigo, para no dejarme llevar. Y más alto, cada vez más alto. No lo puedo evitar.

Tírame, agárrame, hazme tuya y que yo te sienta mío. Humedad que nos lava, nos redime, que nos resbala. Cuerpos blandos, cuerpos duros. Que no acabe nunca, por favor. O volveré a por más, mucho más.

Contra la pared, sin mirarnos. Y cuando menos te lo esperes, me giraré, clavaré mis ojos en los tuyos, me perderé en tu cuello y te haré mío, te dominaré, te haré saber quién marca el ritmo del placer. Al unísono. Éxtasis.

Como dos gatos en el tejado, la ciudad a nuestros pies. Danza salvaje bajo las estrellas, el vacío de la noche amortiguando nuestros gritos, el frío calmando nuestro sudor. Léeme los lunares, como un ciego en braile, todos mis secretos bajo tus dedos, tus dedos apretándome fuerte, recorriéndome. Mis piernas abiertas, orgasmo mi regalo. Nuestro secreto, nuestro pecado, nuestro impulso para vivir.

Moretones, arañazos. Dibújame con tu lengua versos prohibidos en el ombligo. Yo te susurro al oído. ¿Qué quieres que te diga? Haré según tu voluntad. Y tú la mía. Sobre ti, sin medida. PUM.

No puedo más. Exploto. Exploto. Exploto...