viernes, 6 de febrero de 2015

Tan mujer.

Tan linda y tan pura
con todas tus curvas,
tus aristas
tus salientes
tus vértices.
Con tu piel suave
las arrugas en las comisuras
el quiebro en las vocales huecas
y tus frágiles y afiladas uñas.

Tan salvaje y tan niña
con todas tus cascadas
tus corcheas rotas
tus pequeñas manos
tu fuerte espalda.

Tan etérea y tan humana
con todos tus recovecos
esparcidos por la alfombra,
con tus sueños colgados sobre tus cejas
aquello que tu corazón calla
rugiendo en tus entrañas.

Tan loca como la cuerda de su guitarra
tan cuerda que tiende sus anhelos en el patio.

Carácter duro, piel escudo.
Alma indomable.
Muñecas atadas.
Mente bajo el yugo de los deseos impuestos.

Tan ayer y tan mañana
con los mismos miedos y muchas esperanzas
con el puño en alto escondido bajo el trapo
con el amor liberado por el bolígrafo.

Tan miedo y tan luchadora
tragando saliva para no herirte
y con cada gota se va envenenando.

Tan abierta de piernas
y tan cabeza gacha.

Tan de aquí y tan de allí.
Madre e hija,
pero de nadie más que de ella misma
y de todos, por indiferencia.

Tan sangre entre las manos y entre las piernas
como la mirada que baja porque ve demasiado
como la sonrisa fuerte que oculta el despecho
como amor sin querer atarse
como callar lo que de verdad siente.

Tan trabajadora y tan incongruente
lanza piedras en su camino
y carga con mil moldes donde encajar.

Tan carne y tan real
que no cabe en trozos de papel tintado.

Mujer sola y acompañada
mujer del hoy y de algún día
mujer torturada y menospreciada
mujer amada y adorada
mujer que siente y grita
mujer que todo espera y nada aguarda.

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