martes, 26 de junio de 2012

u

Quizás sean sus pestañas, negras y esponjosas, finas y suaves, rizadas y desordenadas; o puede que sea la mirada que se esconde tras ellas,  mitad loca y sabia, mitad ingenua y pura; también puede que no sea nada de eso y el secreto se halle en su boca, fina, con dientecitos también finos y blancos, colocados, afilados; es entonces cuando pienso que el secreto puede que esté en sus manos, tan fuertes y delicadas al mismo tiempo que me acarician con ternura o me desgarran el alma con cada pasada por mi tembloroso y deseoso cuerpo; pero la clave podría estar en su pecho, su pecho de mármol, su pecho que me acurruca y me mece, su pecho que aguantaría mis golpes pero que sólo recibe mis abrazos, mi cabeza escondida, mis manos apoyándose levemente en él, disfrutando de su suavidad. Puede que sea algo de todo esto o puede que no, de lo que sí estoy segura es que algo tiene que ver con cómo todo se mueve en armonía, cómo su forma de ser crea melodía y hace que la conjugación sea perfecta de un modo completamente subjetivo, pero completamente real y cierto al mismo tiempo. Y en el fondo, ¿qué más da?  Sólo puedo estar segura del efecto que tiene en mí, algo así como un efecto mariposa: mueve la mano, pestañeo; mueve la boca, respiro; me toca, suspiro; me besa, orgasmo.
Y me perdería entre el humo de los coches, ese humo asqueroso y denso y negro e irrespirable, sí, me perdería entre la suciedad y la mugre de la ciudad porque no la sentiría, porque me daría absolutamente igual, porque el mundo desaparece y el tiempo no existe, porque las horas nos pisan los talones pero nosotros somos más rápidos. Así que respira conmigo, baila conmigo, corre, menéate, vuélvete loco, déjame enloquecerte en cada rincón de esta maldita ciudad. Y de cualquier sitio. Vete, pero no me olvides. Vete, pero siénteme dentro, no cerca, no al lado, no contigo, EN ti.
Puede que esté desvariando, exagerando, melodramatizando, inventando, creando un cuento de ilusiones y falsas ideas sobre el amor y el romanticismo, pero me da igual. Lo primero, porque esto no tiene nada de común, es nuestro y punto, de nadie más, no pienso compartirlo con nadie, no quiero explicarlo; lo segundo, porque es lo que me sale ser y hacer ahora mismo. ¿Después? El tiempo dirá, el día que consiga cogernos.
Así que déjame morderte, achucharte, cantarte idioteces al oído, besarte hasta quedarme sin saliva, impregnarme de tu olor y de tu tacto. Y luego hazme tuya, no del todo, déjame rebelarme un poquito, déjame tener el control, pero hazme tuya y revuélcame, cógeme y sé conmigo, seamos juntos.
Y seamos felices y que no importe nada... y que no pueda evitar llorar cuando te vayas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario