domingo, 30 de noviembre de 2014

Tejados.

Siempre que miro los tejados
me siento extraña.

Caminamos deprisa, cabeza gacha,
procurando no tropezar.
Nos sumergimos en el metro,
aulas, oficinas, casas,
y nos olvidamos de mirar hacia arriba,
donde el sol calienta
o las nubes acechan,
donde están las antenas
aquello que nos une,
donde tienes perspectiva,
donde puedes apreciar el infinito.

Mirar a un tejado es
darte cuenta de lo que quieres alcanzar,
es pararte y pensar en aquello que anhelas,
que te inunde la melancolía.

Sube a la azotea,
ten el mundo a tus pies,
siente el viento
admira el vuelo de los pájaros
o sé uno de ellos.
Contempla las huellas del tiempo
depositadas y tatuadas en ese suelo de azulejos color tierra.
Aguanta lo que se te venga encima,
siéntete libre.
Alza la cabeza,
barbilla en alto
g
r
i
t
a.

Mirar a un tejo es echarle un pulso al pasado y al futuro al mismo tiempo
y dejar al presente andar sin correa
durante unos breves instantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario